La Catedral de Santa María de Tortosa en Tarragona.

En la provincia de Tarragona encontramos una de las joyas que el Ebro ha visto crecer en sus orillas: Tortosa. Dicha ciudad cuenta con una larga historia que arranca en los tiempos previos a los romanos y que se extiende hasta la actualidad, momento en el que ostenta la capitalidad de la Comarca del Bajo Ebro. Esta es una ciudad a la que dedicar un tiempo para conocer todas sus maravillas, las cuales empiezan por su bellísima catedral que comenzó a construirse en el año 1347.

Y es que esta ciudad depara grandes sorpresas al visitante ávido de historia y al que busca contemplar hermosos edificios.
El Castillo de San Juan, el Palacio Episcopal o la Lonja Medieval de estilo gótico nos esperan con paciencia.

Para encontrar los remotos orígenes de la ciudad debemos remontarnos milenios en el tiempo. Antes de la llegada de los romanos, los íberos ya contaban con un emplazamiento en la colina que actualmente ocupa el Castillo de San Juan. Aquel pueblo llamaba al enclave Hibera, un lugar que acabó en manos romanas y recibió un nuevo nombre: Dertosa.

De la época romana aún conservamos una gran colección epigráfica que nos abre una pequeña ventana al pasado, algunas columnas de antiguos edificios y se cree que la Catedral de Tortosa fue construida sobre el foro de la ciudad romana. Sin embargo, otros templos ocuparon esa misma posición con el paso de los años y las culturas.

Los visigodos también tuvieron su presencia en la ciudad, algo que se conoce por los restos de un templo de la época, al cual se terminó por superponer una mezquita tras la conquista musulmana de la plaza en el 714. Este fue un momento de esplendor, ya que la ciudad contaba y cuenta con un lugar estratégico en la parte baja del Ebro. Además, en tiempos del Califato Omeya fue un importante puerto, el cual se mantenía conectado con otros lugares del Levante gracias a la Vía Augusta.

Una vez el califato colapsa, Tortosa, o Turtusha como se la conocía en aquel momento, pasa a ser capital de la taifa que llevaba su nombre, que acabará siendo conquistada en 1148 por Ramón Berenguer IV, dando inicio al desarrollo de la ciudad cristiana que en 1347 vio poner la primera piedra de su futura catedral.

Fue el obispo Bernat d'Oliver quien se encargó de colocar la primera piedra el 21 de mayo de 1347. La última llegaría en 1757. Se trata de un templo de planta basilical, por lo que está dividido en tres naves separadas por cinco tramos de pilares. No existe un transepto en esta catedral, por lo que tampoco encontraremos un crucero. Estas partes son propias de un templo de cruz latina. Sin embargo, cuenta con diferentes capillas laterales, un altar mayor rodeado de una girola con dos naves y nueve ábsides y un ábside poligonal principal.

Las cubiertas del templo están realizadas en una bóveda de crucería simple, tres niveles de vitrales góticos y otros dos sobre la nave principal iluminan este edificio. Una característica peculiar que posee la catedral es la confluencia de dos estilos: el gótico y el barroco. Esto fue posible gracias a la duración de las obras y podemos apreciar tal fenómeno en la capilla de la Cinta, la cual aún permanece en el gótico; mientras que la capilla del Baptisterio, aledaña de la anterior, ya se encuentra construida en un estilo barroco. Sin embargo, tenemos que destacar dos partes de la catedral por encima del resto: la porta y el Altar Mayor.

La portada de la catedral fue uno de los últimos elementos en construirse y, de hecho, permanece inacabado. Fue idea de Martín de Abaria, quien la diseño en 1625; sin embargo, las obras empezaron a ejecutarse en 1728 y terminaron en 1757 bajo la dirección de Antoni Ferrer. El estilo es barroco y fue una mezcla de problemas económicos y políticos los que motivaron que la obra no llegara a culminarse.

No obstante, podemos ver una fachada compuesta de cinco cuerpos separados por grandes pilastras, las cuales sostienen un entablamento con decoración floral. La puerta de entrada se haya flanqueada por dos columnas de fuste estriado y sobre estas una hornacina flanqueada a su vez por columnas salomónicas. También encontramos otras dos puertas de similares características que conducen a las naves laterales.

El altar lo preside el retablo de la Mare de Déu de L'Estrella, el cual fue realizado en 1351 en madera dorada y policromada. La parte interna fue decorada con esculturas y la externa con dos paneles con pinturas. La forma de todo el retablo es un políptico de cuatro dobles cuerpos. Las escenas representadas nos hablan de la vida de la Virgen y la de Jesús. En el centro de la obra encontramos una representación de la Virgen de la Estrella con el Niño Jesús en brazos.

La capital del Bajo Ebro cuenta con otros lugares de interés. El Castillo de San Juan o de la Zuda es una de las estructuras más imponentes de la ciudad y fue construido por orden de Abderramán III;

el Convento de Santa Clara es uno de los más antiguos de la ciudad (1283), el cual cuenta con un claustro gótico de gran belleza;

la Lonja Medieval también fue construida en ese estilo y es una de las joyas de las ciudad;

y el Parque de Teodoro García es una muestra de la expansión de la ciudad y su prosperidad en el siglo XIX.

ANo obstante, esta es una pequeña selección de todo lo que Tortosa puede ofrecer al visitante que decide verla por primera vez.

La provincia de Tarragona esconde cientos de lugares que visitar. Uno de ellos es Tortosa, ciudad de gran historia y con una potencia arquitectónica que merece la pena conocer. Desde Totempresescatalunya trabajamos por dar a conocer todo lo que esta comunidad autónoma puede ofrecer. ¡Por un turismo de calidad!